En la encrucijada entre la filosofía y lo Iniciático, la llama que consume el corazón encuentra su resonancia en el arcano XI del Tarot de Marsella: La Fuerza. Este arcano, representado por una mujer que doma a un león, revela una verdad profunda sobre la naturaleza del ardor interior. En la simbología hermética, la mujer encarna la esencia femenina, intuitiva y receptiva, mientras que el león simboliza la fuerza bruta, la pasión desbordante.
El corazón ardiente, al igual que la mujer que sujeta la mandíbula del león, busca equilibrar la dualidad intrínseca de la existencia. La Fuerza no reside únicamente en la dominación, sino en la comprensión y la armonización de las fuerzas opuestas. Así, la llama que arde en el corazón se convierte en un acto alquímico, fusionando las polaridades internas y externas para revelar la verdad esencial.
En este viaje iniciático, la mujer del arcano XI encarna la sabiduría que emana de la conexión con lo divino y la aceptación plena de la naturaleza dual de la vida. La Fuerza, entonces, no yace en la resistencia violenta, sino en la capacidad de abrazar la complejidad, transmutando la energía apasionada en una fuerza creativa y transformadora.
La llama del corazón, en su danza con La Fuerza, encuentra su propósito en la integración consciente de los impulsos, las emociones y las experiencias. La alquimia del ardor interior se convierte en un proceso sagrado, donde el león y la mujer coexisten en una danza armoniosa, revelando así la verdadera fuerza que yace en la aceptación profunda de uno mismo y del universo.
Texto por María Eugenia Kromholc