El Ekeko es una figura tradicional de la cultura andina, originaria de la región altiplánica de Bolivia y extendida por Perú, Chile y el norte de Argentina. Representa a un pequeño dios de la abundancia, la prosperidad y la fertilidad. Su origen se remonta a las culturas prehispánicas, como los Tiwanaku, quienes veneraban deidades relacionadas con la provisión de bienes materiales y la protección del hogar.
La figura del Ekeko es generalmente representada como un hombre regordete, sonriente y cargado con miniaturas de alimentos, herramientas, monedas y bienes diversos, simbolizando riqueza y bienestar. Tradicionalmente, se lo confecciona en arcilla o yeso, y los objetos que lleva en sus brazos son ofrendas que reflejan los deseos de quienes lo poseen.
El simbolismo del Ekeko está profundamente arraigado en el concepto de reciprocidad, clave en la cosmovisión andina. Al cuidar y mantener al Ekeko en el hogar, se cree que este retribuye con abundancia y protección. Una costumbre habitual es ofrecerle cigarrillos encendidos, ya que, según la tradición, fumar activa su poder para conceder favores.
En la actualidad, el Ekeko sigue siendo central en festividades como la Feria de Alasita en La Paz, Bolivia, donde las personas adquieren miniaturas que representan sus anhelos, esperando que el Ekeko los materialice. Además de su función espiritual, simboliza el sincretismo entre las creencias andinas y la influencia de la religión católica tras la conquista.
El Ekeko no solo es un amuleto, sino un puente cultural que mantiene viva la tradición de gratitud y esperanza en la abundancia compartida.
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